Sobre Griezmann y el derecho a la redención


Al final del partido contra el Villareal una parte de la grada insultó y pitó a Griezmann. Es cierto que pecó de una imbecilidad manifiesta al realizar un documental en el que anunció que se quedaba en el atlético para marcharse en la temporada siguiente al barça. Es cierto que, para más INRI, que diría aquél, firmó finalmente su contrato con el barça antes de jugar un partido contra ellos defendiendo nuestro escudo.

Pero también hay que ser justos con él, cayó en su error e hizo todo lo posible por volver al lugar de donde nunca debió marcharse, rechazando sueldo, prestigio, arriesgándose a que el retorno no se pudiera dar y quedarse en el barça señalado por haber expresado su deseo de querer volver.

Griezmann hace bailes, y es engreído, y no representa, en algunos aspectos, los valores que encarna el atlético, pero estar aquí ha hecho que sea mucho menos engreído y egoísta de lo que sería si no lo estuviese. Trabaja para el equipo, es solidario con sus compañeros, sus declaraciones son humildes aunque sus actos, a menudo, no lo demuestren.

Realmente todos somos así, tenemos un ideal de la persona que nos gustaría ser pero nuestra propia naturaleza atenta contra nuestros deseos, la vanidad, el egoísmo, la pereza, la rabia, los celos… todos esos sentimientos que no podemos dejar de sentir, nos impiden convertirnos en ese ideal, nos impiden ser perfectos, nos impiden encarnar esos valores que nos gustaría encarnar.

Quizá sea eso lo que me atrae de su figura, es el ejemplo de alguien que se equivoca muchísimo y tiene la valentía de aceptarlo, agachar la cabeza y luchar por volver al camino aceptando con humildad que se ha equivocado, con lo difícil que es aceptar que te has equivocado en una decisión importante. En cierto sentido, esos son nuestros valores, caer, ser valientes y volver a levantarnos.