El sentido de la vida
¿Cuál es el sentido de la vida? Algunas filosofías abogan por vivir una vida virtuosa, otras hablan de que los seres humanos somos libres porque no fuimos creados con ningún propósito y debemos afrontar la angustia existencial de la ausencia de sentido… No lo sé, pero lo que sí tengo claro es que mi hijo sí tiene claro cuál es el sentido de la vida.
Hay un columpio en el parque con forma de autobús en el que los niños deben agacharse para atravesar unos círculos que los llevan a otra parte del fingido autobús. Algunos niños, obviando el propósito con el que fue diseñado el columpio, son capaces de trepar hasta el tejado de ese autobús. Cuando mi hijo, que es bastante fan de trepar, observa que los niños mayores hacen eso, mira a esos niños con una infinita admiración y humildad, parece sentir la percepción de estar contemplando algo inalcanzable. Cualquier clase de admiración que yo pueda sentir por personajes como Von Neumann, Mark Zuckerberg, Simeone o Einstein palidece ante la que siente mi hijo por esos «niños mayores».
Así que, mi hijo ha encontrado el sentido de la vida y yo me siento frustrado porque mientras él encuentra el sentido, yo me siento cada día más perdido. Me preguntaron el otro día en el alergólogo si uso móvil… si uso móvil, no me preguntaron si lo llevo encima, si tengo datos ilimitados, si suelo llevarlo en silencio, ni siquiera me preguntaron si tengo whatsapp, me preguntaron si estoy familiarizado con el concepto móvil y tengo acceso a alguno. Después de asegurarme de haber entendido la pregunta y responder que sí, le pregunté si alguien le respondía que no y me dijo «no, pero por si acaso». Amo y odio a partes iguales a la gente que pertenece a esta indefinible categoría de personas.
Tampoco entiendo ¿dónde diantres se compra un peine? Es algo que he estado décadas sin utilizar hasta que encontré uno en un set de aseo de niquillo. Si no quieres un cepillo caro que haga «no sé muy bien qué movida con la energía estática» tienes pocas opciones. O lo robas en un hotel o lo compras en un bazar (está feo aludir a esta clase de establecimientos en función de la nacionalidad de quienes lo regentan).
Mientras volvíamos a casa dejé que niquillo portara nuestros recién adquiridos peines, pero en algún momento del trayecto debió tirarlos al suelo. Yo iba muy contento con mi set de cuatro peines de colores por uno veinte y me enfadé cuando llegué a casa. No es el hecho de perder el objeto en sí, ni siquiera el hecho de que fuese el último pack de cuatro peines de colores por uno veinte… es la decepción de quien piensa que acaba de obtener algo que le ilusiona (conforme el tiempo pasa es más difícil que haya cosas que te ilusionen) y lo pierde en un instante.
Yolanda me dijo que me dejara de dramas, que eran cuatro peines cutres de un chino (ella sí es racista) y sentí la incomprensión de aquellos que no entienden que ven el mundo de una manera diferente. Hace poco, volvía con unos amigos del estadio, de ver al Almería, y fuimos a casa de un amigo a ver el madrid-barça. En la casa de mi amigo estaba el novio de otra amiga que no es nada futbolero y, mientras su rostro esbozaba un infundado gesto de superioridad moral, formuló la siguiente pregunta retórica «¿venís de ver un partido y vais a ver otro partido?».