Sabiduría colectiva


Se me está atragantando un libro que se llama «Un verdor terrible» de Benjamín Labatut. Estoy leyendo este libro porque me encantó «Maniac», otra obra del mismo autor que me recomendó Yolanda. Ella me dijo que «Maniac» era un bestseller sobre historia de la ciencia y que creía que me gustaría. No puedo desoír sus consejos porque hace un tiempo me recomendó «Calypso» de David Sedaris, un libro que había visto en la lista de los mejores libros según el New York Times. Resulta que se ha convertido en mi libro preferido, por infantil que suene eso de tener cosas favoritas.

Además, también he leído el resto de los libros de Sedaris y, al igual que con Labatut, siento que hay algo diferente en sus bestsellers, una especie de ingrediente mágico que convierte lo bueno en sublime. Confieso que esto me da rabia porque suelo pensar que lo mainstream, lo que gusta a una mayoría, es automáticamente malo. Odio cosas como TikTok, el CrossFit o la maldita jirafa Sophie.

Hace un tiempo hablábamos sobre un amigo que sabe mucho de cine y me parece difícil saber tanto de cualquier tema porque no sé por dónde empezar. Al parecer, cada vez que ve una película que le gusta, ve todas las películas de ese director. A través de ese director, llega a otros y así. Pero claro, es fácil ver la obra magna de un autor, pero hay que tener estómago para tragarse todas sus medianías.

El máximo exponente de cualquier corriente suele ser objetivamente bueno. No me gusta la música indie, pero me gusta Vetusta Morla. Es posible que haya algo de objetividad en la belleza o algo de sabiduría en lo colectivo. Y, por lo tanto, tal vez tenga razón Louis CK cuando afirma que está dispuesto a probar lo mejor del mundo de cualquier cosa, aunque sea de algo que no le gusta. Es decir, no le gusta el sushi, pero si le ofrecen el mejor sushi del mundo, lo probará. Nunca ha practicado una felación, pero si le ofrecen la mejor…

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