Mi vasectomía


¡Menos que un partido de FIFA! ¡Un partido de FIFA! Eso es lo que duró la operación. ¿Cómo se pudo hacer tan largo? No sé ni cuántos he jugado este mes, pero, vamos, os puedo asegurar que no fueron quince minutos normales; fueron quince minutos eternos. Aunque quien tiene hijos sabe que el tiempo se dilata: «Ya tienen cuatro meses, qué rápido pasa el tiempo». ¿Cómo que rápido? Si no recuerdo cómo era mi vida antes de los bebés llorones, ¿quién era yo? ¿A qué dedicaba el tiempo libre?

No estoy de acuerdo con eso de que el tiempo que disfrutas pasa rápido y el que sufres pasa lento. He disfrutado los dos años y medio de Nico, aunque no se me han hecho cortos. Probablemente hayan sido los más felices de mi vida, pero ni recuerdo la última vez que enchufé algo sin tener que hacer eso de girar la muñeca como si no tuviera huesos.

Es de locos pensar que los dos años y medio de Nico no suponen ni una cuarta parte de lo que llevo con «mi mujell». Echo la vista atrás y parece que nos conocimos embarazados y con hipoteca. Lo mismo no tanto, pero, si no midiéramos el tiempo, estaría seguro de que hemos pasado más tiempo con bebés que sin ellos.

Dudas metafísicas no he tenido; creo que, aun teniendo dos, no habría tenido dudas. Pero, en el blackjack, con tres sietes, te tienes que plantar. El caso es que este fin de semana he utilizado la expresión «no me toques los huevos» de forma literal en un par de ocasiones. Además, ahora tengo una excusa para engordar: «me ha pasado como a los gatos».

Y bueno, ¿cómo me siento ahora? Pues no lo sé. Solo sé que estoy escribiendo esto mientras hago una tortilla, hablo por teléfono con mi tía y pienso en qué obra podría hacer en la cocina para que quede más bonita. También he olvidado cómo entrar a las rotondas y me empieza a confundir esa situación del fútbol en la que el linier levanta el banderín. Pero he visto una chaqueta verde pistacho monísima. Seguro que Yolanda está deseando llegar a casa para que se la describa con detalle. ¡Un puto partido de FIFA!

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