Energía masculina


¡Feliz San Valentín a todos! Especialmente a Yolanda, la mejor. Tras media vida juntos, no deja de sorprenderme con nuevos superpoderes: ahora sabe mirar si Nico tiene piojos. Poca broma. Tiene la misma fiabilidad que cuando mide la fiebre con la mano, pero me vale. Llamadme raro, pero mi palma no diferencia entre los 36,6º y los 37º.

Espero pasar la vida con ella, así que no sé qué haría si me divorciase. Imagino que reaccionaría de una manera mundana: haría el Camino de Santiago o empezaría a jugar al pádel.

Otros optan por fulminar las políticas de contratación y promoción de «las tías» en la mayor empresa tecnológica del mundo.

Quiero pensar que yo sería más comedido. ¿Golf? ¿Grabar un pódcast? Ahora está de moda eso de los rocódromos, peldaños similares a lo que usan los niños para subirse a los columpios, pero con arnés. Escalar en interior. Poca broma.

Zuckerberg dice que necesita más «energía masculina». A mí eso me suena a despedida de soltero. No soy CEO, pero dudo que eso sea lo que necesita un consejo de administración.

¿Varones uniformados con fotos ridículas de sus amigos, invitando a tias a chupitos con el dinero del mocho común? ¿Es ese el nuevo rumbo al que aspira Meta?

Dentro de poco tenemos despedida. Que se venga. A ver si tiene algún artilugio que nos ayude a averiguar quién quemó el sofá en la anterior.

También le invito a pasar unos días en mi casa cuando Nico y Leo lleguen a la pubertad. Puede que ese aroma a onanismo y sudor ayude a que la IA alcance la singularidad.

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